Agosto. 15:30 de la tarde. Estás de vacaciones en una maravillosa playa paradisiaca tomando el sol mientras te bebes una piña colada. Tus preocupaciones son mínimas por no decir ninguna. Poco más que echarte crema para no quemarte y que los hielos de tu bebida no se derritan.
De repente, abres los ojos y ves a lo lejos un enorme tsunami acercándose hacia la playa. ¿Qué harías?
Nunca te han enseñado cómo tienes que actuar ante una situación así, pero tienes que decidir qué hacer porque la ola se acerca por instantes, cada vez es más grande y no hay casi tiempo para reaccionar.
¿Te quedarías paralizado por el miedo?, ¿comenzarías a correr lo más tierra adentro posible? ¿subirías a un alto edificio donde poder refugiarte? Tus decisiones marcarán tu futuro inmediato, así que tienes que responder rápido.
Si tuviéramos que definir lo que ha sucedido en el mundo empresarial con la crisis del Covid-19 sería algo así: el bienestar, la comodidad y la calma interrumpidos por un agresivo e inesperado tsunami que nos obligó a actuar rápidamente ante el peligro y adaptarnos al desastre en tiempo récord.
A pesar de que todo esto ya nos parece “una cosa del pasado”, la llegada de la crisis sanitaria tuvo indudablemente un fuerte impacto sobre las empresas que aceleró la transformación hacia un modelo Data Driven. Pero esa transformación no es algo pasajero que vino y se fue con la pandemia. Vino para quedarse y es fundamental para las organizaciones que quieren sobrevivir en un mercado tan competitivo y globalizado en el que las decisiones hay que tomarlas rápidamente.
Como hemos visto, la pandemia fue casi un cataclismo; algo que paró en seco nuestra forma de pensar y operar. De repente, todo se detuvo y no sabíamos muy bien qué estaba ocurriendo, durante cuánto tiempo y cómo había que actuar.
Ante este panorama y en un entorno digital cada vez más creciente, se puso de manifiesto la necesidad de disponer y acceder a los datos en tiempo real para tomar las mejores decisiones. Fue vital conocer lo que estaba pasando alrededor y cambiar el foco a las áreas de operaciones.
Muchas organizaciones constituyeron comités de liquidez, crisis y gestión y los procesos que siempre habían funcionado, ya no tenían ningún tipo de sentido. Ese fue el punto en el que era necesaria la transformación hacia un modelo Data Driven. Más que nunca, se requería una supervisión de expertos de negocio que analizaran lo que los datos decían para poder actuar correctamente, rompiendo los moldes y reglas anteriores.
A medida que la pandemia se iba alargando en el tiempo, todos los datos históricos había que ampliarlos muchísimo más. Pero los datos de lo que estaba ocurriendo en ese tiempo real no eran suficientes porque los modelos de siempre dejaban de funcionar. Todas las métricas se comparaban con lo que considerábamos “normalidad”, pero esa normalidad había cambiado para siempre.
Es indudable la parte trágica que el Covid trajo a nuestras vidas, pero en el terreno tecnológico salieron a la luz muchas oportunidades y se hizo visible todo lo que los datos podían aportar a los negocios. De este modo, el gran impacto que tuvo la pandemia fue la aceleración del proceso de implantación del modelo Data Driven en las empresas.
En un momento crítico, se consiguió que el análisis y el uso de los datos entraran en áreas de negocio que nunca se habían planteado. Era necesario cambiar el foco y los planes, y acelerar la estrategia que existía a largo plazo de operativización de gobierno y calidad del dato insertando nuevas figuras dentro de los departamentos para poder expandirlo con rapidez, fluidez y creatividad.
En este proceso de cambio hay que conjugar dos mundos: el mundo del dato y de la rapidez y el mundo de las personas para que estén formadas en el nuevo lenguaje de leer y entender datos.
Ese es el gran reto: la adaptación de todas las empresas, en las que se lleva a cabo una transformación Data Driven, a través de la cual es necesario persuadir y enseñar a las personas.
Este cambio cultural es completo, tanto a nivel transversal como vertical, y los departamentos no pueden ser silos totalmente aislados, deben converger entre sí. Todos los usuarios de la empresa deben estar integrados en todas las partes del Data Journey, pudiendo acceder a toda la información y tomar decisiones diarias en base a esos datos.
A partir de ahí, es cuando se puede empezar a construir una cultura del dato. El objetivo es poner las mejores herramientas, formación e inspiración al servicio de los empleados de cara a ser cada día un poquito más autónomos.
La clave es entender que todos los departamentos trabajan de manera transversal para resolver problemas, da igual Data Science, Marketing, ingenieros de Software, diseñadores, Product Managers o ejecutivos senior: todos conforman un equipo, reman hacia el mismo puerto y lo que les importa es que el negocio funcione. Se dedican a lo mismo, solo que cada uno se especializa en una cosa. Ese es el vehículo del data driven: que comparten objetivos y problemas.
Por ello es necesario hacer partícipe a todas y cada una de las personas de la empresa en la mejora, reorganización, formación y reingeniería de los procesos y que estén muy alineados y comprometidos con la estrategia de datos corporativa.
En conclusión, las organizaciones que aspiran a permanecer en la vanguardia deben decidir qué tipo de transformación tienen que acometer para seguir siendo relevantes y competentes y conseguir que sus decisiones se vean impactadas por el uso más eficiente y efectivo de la información que poseen.
El gran reto consiste en obtener información real y válida de la gran cantidad y volumen de los datos que producen diariamente y tratar de alinear sus objetivos empresariales con los objetivos de la analítica avanzada y del aprendizaje automático, haciendo una correcta gestión del cambio de cultural.