Que ambos se tratan de un “juego de estrategia”. En el ajedrez contamos con un tablero de 8x8 casillas, 16 piezas compuestas por un rey, una reina, dos alfiles, dos caballos, dos torres y ocho peones y el objetivo principal es ir moviendo piezas para avanzar, pero siempre tratando de proteger a nuestro rey para no perder la partida. Cada una de las piezas tiene un rol independiente y unos movimientos distintos, pero la misión es la misma para todos.
Si trasladamos esto al mundo de los negocios, la estrategia se basa, en gran medida, en aplicar esta dinámica para cuidar y mantener a salvo el activo más valioso que tenemos: nuestros datos. Cada miembro de la empresa tiene su función y sus responsabilidades, pero el propósito final también es el mismo.
Al igual que ocurre en el ajedrez, es necesaria una estrategia que nos guie en el juego. Y si queremos asegurar nuestra victoria, va a ser fundamental que adoptemos una buena maniobra de gobierno del dato que proteja a nuestro “rey” durante toda la partida.
Los retos más importantes a los que se enfrentan las empresas no solo son técnicos y tecnológicos; el gobierno del dato es ese punto que marca la diferencia y que va a proporcionar ese valor a negocio.
Para poder extraer ese activo de valor, es necesario ir más allá de la simple administración de datos. Ocurre como en el ajedrez, primero, necesitamos tener una estrategia clara y darle un enfoque: decidir si nuestros movimientos van a ser más defensivos u ofensivos; si simplemente queremos conformarnos con administrar nuestros datos o sacarle provecho a toda esa información. Ahí es donde entran en juego las herramientas del gobierno del dato.
Hay que destacar 3 puntos fundamentales:
Los datos y la tecnología tienen que estar a disposición del negocio y de todos los usuarios que lo conforman y de la forma de trabajar los clientes.
El gobierno del dato genera confianza, interna en la organización y externa hacia los clientes.
La cultura se adelanta a la estrategia. Podemos tener un planteamiento estratégico o una serie de palancas iniciales ante el proyecto, pero si todo ello no va acompañado de la cultura de las personas es muy complicado que llegue a alguna parte. Una sola pieza no puede ganar sola la partida, es necesario el trabajo en conjunto de todas las demás. Por ello, es fundamental formar continuadamente y de manera persistente a los empleados en el mundo de datos a través de herramientas que les permitan utilizarlos en su día a día, es decir, que sean empleados Data-Driven. La gestión del cambio de cultura en la empresa es la primera pata que hay que trabajar en la organización.
No podemos comernos todos los peones de una vez, tenemos que ir de uno a uno, acompañados del negocio. No se pueden abarcar KPIs o Dashboards que nos van a generar valor, si no que primero hay que trabajar para que aquellos procesos estratégicos que tiene cada empresa puedan solventar sus necesidades.
Todo esto va a depender de que toda la información esté conectada y de que exista una coordinación entre las áreas que van a trabajar para poder marcar unas líneas de trabajo en ese pragmatismo.Por ello, la democratización del dato es algo vital y para ello es necesario un buen gobierno del dato.
¿Cuántas organizaciones tienen la información en diferentes entornos? Esos datos tienen que estar bien organizados y disponibles porque si no, la parte de calidad y seguridad va a estar descentralizada.
Los datos por si solos no tienen ningún valor: necesitan un modelo organizativo, unas directrices comunes y unas herramientas que garanticen su privacidad, integridad, un alto nivel de calidad y confianza y unos estándares mínimos de seguridad para poder convertirse en un activo estratégico con el que poder tomar decisiones correctamente.
¿Para que queremos nuestros datos si estos no son correctos? Antes de disponibilizarlos, tenemos que priorizar que están bien, que tienen la calidad adecuada y que están alineados por parte de todos los departamentos implicados. Por tanto, la calidad es uno de los pilares críticos y necesarios que más activo va a generar en la empresa.
Es necesario contar con herramientas que monitoricen, fortalezcan y garanticen toda esa parte de calidad. Ya no solo nuestros datos propios de la empresa, sino también es necesario contar con un robustecimiento de los datos externos. Hay muchas empresas con datos externos que provocan problemas internos en la captura de la información, de clientes o de otras empresas.
Con estas tecnologías, la información es homogénea y fiable, lo que hace posible que los usuarios puedan consultar fácilmente lo que necesitan y se evitan muchas cargas operativas, costes y riesgos reputacionales, como brechas de seguridad y privacidad.
Desde hace tiempo, se está empezando a hablar de humanizar el dato porque somos conscientes del gran impacto que tienen en el crecimiento de las empresas y el bienestar de las personas, sobre todo la parte confidencial y aquellos de carácter personal.
Las organizaciones tienen que tratar de que todo lo que se construya alrededor del gobierno del dato, y en particular, alrededor de esos datos personales, hay que hacerlo en equipo, que cada uno sepa de una cosa. Ahí es donde ocurre la magia: la combinación entre el experto de protección de datos, una persona pura de negocio, unos que saben de herramientas y de datos y otros de estrategia.
Cada dominio de datos debe tener su propio marco particular de seguridad y privacidad, nunca va a valer la misma herramienta para todos. Siempre partiendo del primer objetivo: la máxima protección de los datos de carácter personal.
Es una vertiente donde existe mucho riesgo. Por ello, es necesario proteger esa parte tan confidencial como si de defender al rey en la partida de ajedrez se tratase. La seguridad y la privacidad de los datos son nuestro posicionamiento en el mercado. Si esa información no está segura y bien protegida, ¿cómo vamos a ubicarnos en el panorama empresarial?
En definitiva, una buena estrategia de Data Governance tiene que ser el pegamento y la consistencia entre todos estos pilares: calidad, integridad, seguridad y privacidad. Antes de ponernos a usar nuestros datos, tenemos que garantizar que efectivamente se pueden usar.
Contar con esa capa de gobierno permite tomar decisiones con mayor rapidez y seguridad, ya que se dispone de información accesible y de calidad. Y lo más importante: hay que involucrar a toda la compañía en nuestra estrategia de gobierno del dato para que todos sean capaces de consultar esa información de forma rápida, lo cual incrementará la confianza en los negocios.